“Al final del día, podemos soportar mucho más de lo que creemos que podemos”

Frida Khalo

El 13 de julio de 1954 fue una de las fechas más triste para el pueblo mexicano debido al fallecimiento a los 47 años, de Frida Kahlo, una de las pintoras más emblemáticas de su época, tras una vida tortuosa, marcada por la desgracia, el amor y el arte. 

Hasta el final de sus días, tanto en lo artístico como en su vida cotidiana -lenguaje, vestimenta, y decoración de su casa- intentó realzar los orígenes del arte popular mexicano, y eso se ve reflejado en cada una de sus obras. 

Poco antes de morir había pedido: “Cuando muera quemen mi cuerpo. No quiero ser enterrada. He pasado mucho tiempo acostada ¡Simplemente quemenlo!”

Su cuerpo fue cremado en el Crematorio Civil de Dolores y sus cenizas descansan en Casa Azul de Coyoacán, lugar que también la vió nacer y crecer. 

Sus obras fueron un instrumento por el que plasmó la angustia de una realidad dolorosa que comenzó cuando apenas tenía 6 años y le diagnosticaron poliomielitis. Esto le significó importantes secuelas, entre ellas la deformación de su pierna derecha. 

Su visión respecto de la mujer también fue un rasgo principal en sus obras. Rompió tabúes sobre el cuerpo y la sexualidad femenina (cejas y bigote sin depilar), buscando con su trabajo alejarse de lo que podría ser una mujer de su época. Es por ello que se la considera un símbolo del feminismo en el mundo del arte.

Frida fue una mujer con una mirada penetrante, de rasgos mestizos -debido a su ascendencia india, española y alemana- y con una personalidad inquieta  y rebelde. Estaba inspirada por sus raíces, la naturaleza y el folclore mexicano. En lo político, fue miembro del partido comunista y una fiel activista de izquierda.

Pero la pasión de Frida por la pintura no surgió hasta que se vió nueve meses inmovilizada a causa de un grave accidente de autobús sufrido el 17 de Agosto de 1925. Con 18 años, tuvo que pasar por más de 30 operaciones debido a las múltiples fracturas en su cuerpo. Esto le proporcionó secuelas varias que le cambiaron la vida: dolores, amputaciones, imposibilidad para tener hijos y limitaciones motrices que implicaron el uso de corset. 

En 1939 se separó de Diego Rivera, tras diez años de matrimonio, hecho que se sumaría a la lista de penas y aflicciones de Frida. Su relación con el pintor más famoso de esa época resultaría de lo más influyente en lo artístico como tormentosa a nivel sentimental. Infidelidades por ambas partes, pero un amor desenfrenado el uno por el otro. Entre tantas frases que le dedicó a este, un día escribió: "Y una cosa puedo jurar: yo, que me enamoré de tus alas, jamás te las voy a querer cortar".

Cuando Frida Kahlo era una estudiante, tuvo la oportunidad de observar varias veces a Rivera pintando sus murales. Un día Frida  le mostró uno de sus primeros autorretratos a Diego y a partir de entonces, despertó entre ellos una cierta admiración. Ella se convirtió en su musa y compañera de vida y él se enamoró de su talento, al tiempo que lo hacía de ella. El 21 de agosto de 1929 contrajeron matrimonio y Frida escribió en su diario: “¿Se pueden inventar verbos? Quiero decirte uno: Yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida".

Durante el largo período de hospitalización, Frida Kahlo realizó sus primeros trabajos estéticos. Comenzó utilizándose a ella misma como modelo principal y debido a su incapacidad para sentarse, pintaba estando acostada gracias a un atril que le habían diseñado. Así realizó una larga serie de autorretratos, que expresaban fundamentalmente, los sucesos más desagradables de su vida y la manifestación de sus pensamientos. Al respecto, una vez dijo: "Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco".

El sufrimiento de Frida parecía nunca acabar cuando en 1953 tuvieron que amputarle la pierna por debajo de la rodilla debido a una gangrena. Esto la arrastró a una gran depresión en la que intentó suicidarse varias veces. Ya no tenía fuerzas y lo único que quería era calmar tanto dolor. En ese momento surgió una de sus frases más célebres: “Pies para que los quiero si tengo alas para volar”.

A través de la pintura, reflejaba la batalla que lidiaba interna y diariamente entre su ansia por ser feliz y la insistente amenaza de su destrucción, una lucha entre sus sueños (de amor, de familia) y su realidad (dolor impotencia).

Sin embargo, su depresión ya venía dando indicios tras perder 3 embarazos y luego, un nuevo golpe la agarró desprevenida: el engaño de Diego con su hermana Cristina. Este hecho destruyó su amor propio y desde ese momento nunca volvió a ser la misma. Se sentía tan vacía que entró en una profunda depresión que los llevó a la separación.

A pesar de  todo ella nunca dejó de pintar. Era el único medio por el cual se veía capaz de poder expresar el valor que tenía. Su estilo se fue fortaleciendo con el reflejo del dolor y los sentimientos más íntimos.

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón fue una artista mexicana que encontró consuelo en la pintura, luego de que su vida se viera afectada por varios problemas de salud desde su infancia.

Fue la tercera de cuatro hijas (Matilde, Adriana, Frida y Cristina, respectivamente) del matrimonio entre el fotógrafo alemán Guillermo Kahlo y la mexicana, Matilde Calderón. Nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, México y se convirtió en una de las mujeres más importantes del arte latinoamericano.

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