Campo Gallo
Un sitio desabrigado, de Santiago del Estero, donde hay ranchos sin agua, no hay cloacas y la gente ve la vida pasar con cierta resignación. Ahí llegamos como misioneros para aprender de los que nada tienen y llevar alegría con pocos recursos. Tras 12 horas de viaje, llegamos a Añatuya, la zona más inhóspita, de la provincia de Santiago del Estero y aún nos quedaban dos horas más para llegar a nuestro destino final: Campo Gallo. Mary, que tenía preparada la cena desde temprano -porque no todos los días se cocina para 30 personas-, nos esperó en el salón de la parroquia, Nuestra Señora del Carmen, hasta muy entrada la noche para que disfrutemos de un buen plato de pasta. Al terminar, nos dirigimos en silencio a nuestras posadas. Estábamos agotados, pero la misión recién empezaba. Las mujeres dormirían en el convento de monjas, ubicado a 6 cuadras santiagueñas de la parroquia (en Buenos Aires serían ocho) y los hombres se quedarían en el salón, el cual cumplía la función de dormitorio, c